Tuesday, July 17, 2007

Amor a la inversa


– ¡George Sand!
– Aquí estoy ¿No me ves acaso? – respondió de mala manera Sand, que estaba al lado de Burhwaz.
– Tengo que pasar lista George – respondió, aun concentrado, Burhwaz – ¡Golfplatz!
– Aquí – respondió muy coquetamente Golfplatz, lanzando un beso silencioso a Burhwaz.
– Deja ya eso Golfplatz – le dijo, reprochándola con la mirada – ¡Johnny Demond!
– Acá – respondió la voz cristalina de Johnny, tras un montón de chatarra que había dentro del lugar – Estoy revisando algo que vamos a usar.
– Ajá... – aprobó Burhwaz – ¡Paul Ramon!
– Con este estúpido de Smithee – repondió una dura voz de mujer al grito de Burhwaz.
– ¡Porthos!
– Aquí, ya apúrate, quiero salir... – respondió rápidamente el fornido Porthos, que ya parecía levantarse e irse igual que Bachman.
– Muy bien, Porthos, vete a hacer lo que quieres hacer, pero ya sabes, – advirtió Burhwaz – No te alejes.
– Gracias – musitó Porthos, parándose de su silla. Se dio vuelta y salió.
– Ok... Rick Bachman salió... así que... último, Willy Brandt.
– Siempre último, como si ya bastara con mi nombre real... – respondió Willy Brandt.
Todos dieron un respingo en sus asientos cuando Willy dijo “nombre real”, nadie decía su nombre real, ni siquiera Burhwaz los sabía, era una regla entre ellos, nunca decir ni hablar sobre los nombres verdaderos.

1 comment:

papi said...

Ya vimos en hijo de ladrón, el apodo es lo único que nos pertenece, y que irónicamente no depende tanto de nosotros como otras cosas que sí consideramos "nuestras".