Breath of Fire

Era un paisaje desolador el de Drogen. Todas las casas estaban destruidas, las ruinas de roca se esparcían por todos lados, los habitantes del pueblo, marcados por la tristeza, trataban de buscar de entre los escombros algo de valor, otros, mucho más animados, ya habían empezado con su función de mercaderes, vendiendo hierbas mágicas, escudos y otros enseres. Pese a no tener casa ninguno de los mercaderes, se ponían en frente de sus casas destruidas con una manta para vender sus objetos.
Ryu se acercó a uno de los mercaderes y le compró unas hierbas mágicas curativas, que le servirían en su viaje al Norte. Cuando le estaba pagando con el dinero que le habían regalado los Señores Kigrad, oyó un siseo en su espalda. Se dio vuelta y vió una edificación que no estaba destruida, había escombros por todos lados salvo alrededor de ese lugar. Lo reconoció, pues era el lugar de adoración a Ladon, el Gran Dios Dragón.
Ryu le dio las gracias al mercader y corrió en la dirección del Templo. Cuando entró al Templo, vió una construcción de roca y madera, la cual tenía agua por todos lados y ningún asiento, al medio de todo vio la magnífica estatua de Ladón, el mismo dragón que había visto en sus sueños, hecha de mármol puro. En cuanto se acercó, la estatua brilló y una voz que parecía provenir de la estatua le dijo:
– Soy el Gran Dios Ladon. Yo puedo preservar tu historia, si sigues mis designios, continúa joven guerrero, eres la salvación para este mundo.